Los dejo con el primer relato, titulado "Te amo mamá"
Autor: Marcel Jiménez Aquino.
Edad: 15 años.
País: República Dominicana.
Comentario de autor: ... Sin comentarios. ^.^
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─ ¿Mamá que tienes?. ─Preguntó un niño de siete años y cuyo rasgo más destacado eran sus hermosos ojos azules.
─ ¡Mamá ya es Navidad vamos a abrir los regalos!.─ Dijo el niño un poco entusiasmado hacia su Mamá quien le daba la espalda recostada en la cama.
─ Mamá, háblame... Mamá se que me porté mal ayer, pero no te enojes.─ Dijo el niño con un nudo en la garganta.
─ Mamá lo siento yo no quería hablar con el señor, pero el dijo que era papá y que estaríamos juntos en Navidad.─ Dijo el niño.
─ ¿Mamá?... Vamos... O se hará tarde y no podremos ver a Santa... ¿Mamá?... ¿por qué no me hablas?. ─El niño no habló más.
Y se dirigió a la sala, se sentó en una mecedora y abrazó a su peluche favorito Boobo. Miró por la ventana viendo como los demás niños salían a estrenar sus juguetes... Junto a sus papás.
Un papá.
El siempre quiso uno.
Uno para que le enseñará a montar bicicleta, así como veía que lo hacia el papá de Olivia, su mejor amiga.
El niño tuvo una idea.
Para hacer que su mamá estuviera feliz y lo perdonara por haber hablado con un desconocido que decía ser su padre.
Y lo era.
Sólo que mamá no quiso que se acercara a él.
Sólo que mamá no quiso que se acercara a él.
El niño tocó el piso frío con sus piecitos, envueltos en unas medias de ositos.
Caminó hasta la cocina.
Buscó su pequeña sillita, se subió en ella y tomó una olla con agua y la puso en la estufa como mamá le había enseñado.
Tomó el encendedor en forma de Santa y prendió la estufa.
Cinco minutos más tarde.
Después de ver como el vapor del agua caliente subía, apagó la estufa, tomó un paño para tomar la olla, con cuidado en una taza blanca vertió el agua humeante.
Volvió y puso la olla en la estufa apagada. Fue hacía la ventana y de la planta de manzanilla tomo tres hojas, colocó dos en la taza.
Y una la guardó.
Y una la guardó.
Buscó una bandeja y puso la taza en ella.
Sonrió al imaginar la sonrisa de mamá en sus hermosos labios rosa.
Subió las escaleras mientras las contaba.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Y.
Seis.
Miró hacía la puerta de mamá que estaba como la había dejado después de salir.
Cuando estaba a punto de entrar recordó algo:
El libro favorito de mamá.
Sonrió y se desvió de su principal objetivo. Caminó hasta la mini-biblioteca. Puso la bandeja en una mesita. Y miró maravillado todos los libros que con tanto amor mamá había leído para él.
Comenzó a buscar el libro sin éxito en encontrarlo.
Lo encontró.
El de mamá no, sino su favorito.
No se pudo contener y se sentó a leerlo.
Y así pasaron las horas.
Y más horas
Minutos.
Segundos.
Cuando por fin lo terminó lo hizo con una sonrisa en sus labios.
Que inmediatamente se esfumó al ver hacía afuera y ver que estaba oscuro. Ni siquiera había comido y su estómago protestaba. Miro el té ya frío y se sintió un poco triste.
Con la cabeza hacia bajo, pensó que podría hacerlo de nuevo.
Corrió escaleras abajo y tomó dos de las galletas que había hecho mamá el día anterior, pero antes de comerlas puso más agua a calentar.
Al terminar de comer las galletas.
Vio que el agua estaba lista y repitió el proceso.
Subió las escaleras y entró a la habitación encontrando a mamá en la misma posición.
Depositó el libro y la taza en la mesita que estaba junto a la cama de mamá, y subió en la cama.
Descubriendo así que mamá no se movía, ni respiraba. El niño sin poder creer lo que veían sus ojos, comenzó a besar el rostro frío de mamá.
─ ¿Mamá? .─ Otro beso.─ Te amo.─ Otro beso.─ mucho .─ Otro beso.
Sintió como el líquido salino más conocido como lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Comenzó a moverla de un lado a otro con la esperanza de que despertará, sin resultado alguno.
Su llanto se hizo más fuerte.
─ ¡¿Mamá?! ¿por qué no me hablas?!.─ Gritó sin poder contenerse.
─Por favor... .─ Dijo en un susurro.─ Despierta... Ya no pediré más juguetes, bajaré la tapa del baño al hacer pipi, no hablaré con extraños... Pero por favor, ¡di algo! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡vamos mamá! ¡No baje la tapa del baño! ¡regañame! ¡Despierta! .─ Dijo al borde de la deseperación. No aguantó más levantó un brazo frío perteneciente a mamá.
Se puso de espaldas, y paso el brazo por su cintura y sé abrazo a si mismo transmitiéndole así su calor corporal a mamá.
─Tranquila mamá, ahora yo te cuido a ti.─ Dijo en un susurro imperceptible.
─ Nadie te hará daño.─ Silencio.─ ¿Sabes por qué?
─ Porque te amo, y no dejaré que nada te pase... mi preciosidad hermosa.─ sonrió entre hipidos por el apodo, ya que así siempre le decía ella cuando le besaba todo el rostro con mucho cariño.
─ Porque te amo, y no dejaré que nada te pase... mi preciosidad hermosa.─ sonrió entre hipidos por el apodo, ya que así siempre le decía ella cuando le besaba todo el rostro con mucho cariño.
°°°...
─ Nicolás... Amor vamos despierta... Ven a ver lo que trajo Santa.─ Dijo una dulce voz que reconoció al instante. Sin poder creer lo que escuchaba, cerró los ojos con fuerza.
Sintió algo ser presionado contra su nariz, frente y mejillas.
Al sentir aquellos labios ya tan conocidos abrió los ojos lentamente.
─¿Mamá? .─ preguntó temeroso.
─Dime mi preciosidad hermosa.─ Dijo su Mamá sin dejar de besarle el rostro.
─Te amo.─ Dijo terminando de abrir los ojos y viendo todo a su alrededor. Buscando algo que no pareciera real y luego posandolos en una hermosa mujer de cabello castaño, tez clara, y ojos extremadamente claros y que en ellos reflejaba absoluto amor.
─Yo también te amo.─ Dijo su mamá con una sonrisa resplandeciente.─ ¿Vamos a abrir los regalos?
─Si.─ Dijo un poco confundido.
Había sido un sueño.
...
Después de abrir los regalos, desayunaron.
Amelie, la mamá del pequeño se ofreció a darle un paseo por el parque, pero Nicolás se negó rotundamente. Pero en el fondo sentía miedo. No quería perder a su mamá.
─Mamá vamos a dormir .─ Dijo el pequeño.
─Pero si apenas son las siete Nicolás .─ Dijo su mamá un poco sorprendida por todos los cambios que había presentado hoy su pequeño hijo.
─ Seguro éstas cansada mamá, ayer trabajaste mucho y te despertaste temprano, porque no dormimos juntos.─ Dijo en el niño mirando a su mamá con sus penetrantes ojos azules.
─ Esta bien amor si eso quieres.
Se dirigieron a la habitación del pequeño y después de leer un cuento se quedó dormido o eso creyó Amelie.
Cuando Amelie ya estuvo en su cama y apunto de dormirse. Su cama empezó a temblar y hundirse, estuvo alerta hasta que un pequeño, de tez clara, pelo castaño y ojos azules la miraron con miedo.
─ ¿Mamá?.─ murmuró el pequeño obteniendo como respuesta un "ummm" .─ Ya te dije que te amo.
Sin poder evitarlo Amelie sonrió y miro a su pequeño.
─ Si amor me lo dijiste ¿y yo? ¿Ya te dije que te amo?
─ Si mamá, ¿me podrías dar un beso y un abrazo...?
No lo dejo terminar y lo jaló hacia su pecho voluptuoso, besó y abrazó a su pequeño hasta que se quedó dormido. Y entre sueños pronunció un:

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